En la antigüedad, el número siete fue considerado un número afortunado para algunas culturas que basaban sus supersticiones en la numerología. Por lo tanto, el siete, que es “una trinidad de trinidades”, parecía de lo más adecuado para nuestro misterioso felino. En Egipto, el gato estaba considerado como la reencarnación de los dioses en el trance de comunicarse con los hombres y manifestarles su voluntad. Los gatos también eran momificados y todo aquel que se atrevía a matar un gato era acreedor de la pena de muerte.
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